Un chapista colombiano anexó el lavadero a su taller pero se encontró que los empleados no duraban mucho tiempo, por lo que se cansó y decidió cerrarlo.
Como conclusión y poco cansado de que “no hay cultura del trabajo” -según sus propias palabras-, el hombre decidió cerrar definitivamente el lavadero. “Hago el esfuerzo para enseñarles y no hay caso… No tengo más remedio que cerrarlo porque no puedo desatender el taller”, afirmó.
“Lo que me muestra la experiencia es que no hay cultura del trabajo. Vienen unos días y se van. Les pedís que lleguen temprano y no lo hacen”, aseguró, agregando que “la mayoría de lo que vienen son jóvenes con familia e hijos. Les digo que lo hagan por ellos, pero no hay forma. No logran sostener un trabajo en el tiempo”.
Consultado sobre el sueldo que ofrecía a los empleados, Bedoya asegura que pagaba 3.000 pesos diarios, de lunes a sábado, lo que da alrededor de 75.000 pesos mensuales, dependiendo del mes. El horario de atención es de 8 a 12.30 y 13.30 a 18. Serían 9 horas de trabajo más una de descanso lo que totalizaría 300 pesos la hora.
“No es poca plata, ya que a eso hay que sumarle la propina, que no es poca, porque la gente que venía a lavar el auto era de un buen poder adquisitivo. Pese a eso, no se quedaban. Está muy complicada la situación”, subrayó el chapista.